La trampa de lo inmediato. ¿Por qué queremos todo ya?

La tendencia a buscar resultados rápidos y obtener gratificación instantánea se opone a nuestros programas, con foco e inversión en el mediano y largo plazo.

 

 

La cultura de la RECOMPENSA INMEDIATA, que se vincula con las pantallas, la lectura en diagonal, el consumo rápido y la autocomplacencia a costa de todo, es un tema muy transversal en nuestra comunidad de vecinos.

Nos pasa a todos. En Nordelta, Las Tunas, Balvanera y Oslo.

Esta tendencia mundial se contrapone a la misión de nuestra Fundación, que invierte a mediano y largo plazo, en oposición al inmediatismo asistencialista que gobierna la cultura de adolescentes principalmente, pero nos apela a todos.

En un mundo cada vez más acelerado e hiperconectado que premia la inmediatez, la cultura de la urgencia desdibuja la línea entre lo que es verdaderamente importante y lo que no lo es.

El desafío -sin duda- se presenta muy concreto: Lo urgente tapa lo importante y la emergente necesidad inmediata gobierna sobre un proyecto sólido y gradual.

En este contexto cultural -y en medio de una situación crítica en el país- nuestra Fundación propone un alcance que complementa esas urgencias que otros asisten con creces. Mientras una enorme cantidad de organizaciones apuntan a apagar el incendio, nosotros trabajamos con perseverancia y paciencia sobre la reconstrucción de esa situación, enfocados en esa restauración de la dignidad, atesorando los valores de cada persona, tantas veces desdibujados entre tanta urgencia y prioridades desordenadas.

Tanto será el “gobierno” de la cultura por lo inmediato, que cada vez nos topamos con mayor evidencia científica sobre el tema. 

Un aspecto emergente es el que vemos en las llamadas adicciones comportamentales, todavía no todas admitidas como patologías por el DSM (Manual de clasificación y estadísticas de enfermedades mentales) o el ICD que es la clasificación internacional de enfermedades.

Entre estas adicciones comportamentales encontramos la tecnoadicción, las adicciones a internet, a dispositivos cada vez con más funciones, a redes sociales o, en general, al creciente capítulo de los comportamientos en los cuales el sujeto queda esclavizado, de allí el término adicto, en un caso por una sustancia y en otros por un comportamiento que le da una retribución que será luego imposible de postergar.

Nuestra misión de acompañar, permanecer y sostener nos lleva -naturalmente- a compartir estos temas, que experimentamos como problemáticas comunes a todos, sin distinción. Vemos claramente que la batalla no es sólo contra la desigualdad social y económica, sino que todo este mapa de ruta está embebido por una cultura que se opone fuertemente a la idea de un proceso intangible, sin resultados inmediatos, sin recompensas mágicas, sin promesas de bronce.

Por esto, queremos levantar la bandera de los buenos procesos, las planificaciones medibles, los proyectos en etapas, que son la expresión real de una inversión robusta, que no tapa las urgencias, sino que las complementa para prevenirlas a futuro.

Después de todo, la EDUCACIÓN es esto mismo: La mejor inversión posible para asegurarnos un futuro mejor.