Compartimos la entrevista realizada a nuestra presidente, María Teresa Costantini, por Revista Gallaretas. “Siempre me llamó me preocupó y llamó la atención la desigualdad que hay en el mundo”, dijo. Y conversó sobre su rol en Fundación Nordelta y su pasión por el trabajo social: “Aprendí que el trabajo social no es simplemente dar y recibir, sino crear vínculos (…) para que todos podamos crecer en el proceso”.
Llegar a la Fundación en pleno barrio de Las Tunas es toparse con un espacio lleno de amor y alegría, un reflejo de todo el trabajo que María Teresa Costantini realiza día a día de la mano de un equipo al cual define como “una gran familia”.
Madre de cinco hijos y profesora de ciegos, su trabajo en el ámbito de lo social arrancó desde muy chica en el Hospital de Niños. Hoy, Marité, como la conocen todos, está a la cabeza de la Fundación Nordelta, un proyecto que comenzó hace diecisiete años y que logró un alcance enorme. Gallaretas charló con esta dueña de un gran corazón que deja huella por donde pasa.
¿Quién es Marité Costantini?
Soy una persona que disfruto mucho de estar en familia y compartir con amigos. Me gusta leer y soy una fiel seguidora de la música, el cine y el teatro. Una de mis grandes pasiones son los chicos; me encanta compartir momentos con ellos y enseñarles.
En la Fundación Nordelta arrancaste en 2001, año en el que surgió. ¿Cómo fueron los comienzos?
Nunca me voy a olvidar. Un día me llamó mi papá para contar- me acerca del proyecto y pedirme que lo acompañase a visitar el barrio vecino. En ese momento Nordelta ya estaba en pleno crecimiento; por eso, su idea era conocer a la comunidad de Las Tunas, presentarse, escuchar sus preocupaciones, necesidades y plantearles aquel emprendimiento. La recepción de la gente fue muy positiva y desde aquel momento comenzamos a trabajar en conjunto con las primeras voluntarias. Hoy la Fundación es parte de mi casa.
¿Qué te llevó a acercarte al trabajo social?
Desde muy chica admiré mucho a mi abuela paterna, que estaba superabocada a las cuestiones sociales. Además fui a un colegio de espíritu pasionista. Siempre me preocupó y llamó la atención la desigualdad que hay en el mundo y la enorme necesidad de trabajar sobre los prejuicios que hay en la sociedad. Con el tiempo fui sintiendo la necesidad del hacer, de poder brindar oportunidades para que todos podamos tener los mismos sueños y logros. Es infinito todo lo que hay para hacer y siempre estoy buscando cosas nuevas. Me gusta mucho unir a la gente, escucharla y que cada uno traiga sus proyectos. Hoy la empatía y la solidaridad son dos rasgos que les inculco mucho a mis hijos.
¿Qué rol cumple hoy la Fundación Nordelta?
Desde el momento cero, el rol fue el de ser un puente entre las comunidades de Nordelta y Las Tunas, que luego se extendió a otras comunidades vecinas. Trabajamos sobre los valores de la empatía por el otro, el vínculo, el amor, la amistad y la inclusión. Nos basamos en el modelo de la interrelación comunitaria tejiendo una red de alianzas entre el barrio y sus vecinos.
¿Cuáles son los ejes centrales de trabajo?
Trabajamos en cuatro áreas: salud, educación, desarrollo comunitario, capacitación y empleo, fomentando el vínculo entre las personas y las relaciones sociales. Nuestro objetivo es mejorar la calidad de vida de los vecinos y apuntar a que los chicos sean agentes de cambio tanto dentro de su familia como de su comunidad. Hace unos años, también nos abrimos a otras comunidades: El Lucero y Alge.
¿Cómo describirías tu experiencia como presidenta?
En todo este camino que llevo recorrido aprendí que el trabajo social no es simplemente dar y recibir, sino que es mucho más profundo y se basa en crear vínculos, en formar relaciones entre ambas partes para que todos podamos crecer en el proceso y se transformen las dos vidas.
Desde hace diez años sos la coordinadora del Programa de Acompañamiento para Niños con Discapacidad y su familia (PAD). ¿De qué se trata esta propuesta y cuál es tu rol en ella?
Se trata de un programa que desarrollo junto con la coordinadora del área de Salud, Andrea Penecino, que consiste en acompañar a las familias que tienen hijos con alguna discapacidad para que puedan tener la mejor calidad de vida posible. El objetivo de este espacio es orientar a cada mamá o adulto responsable para favorecer el máximo desarrollo de capacidades, facilitando el acceso a tratamientos y controles adecuados; asesorar en derechos y trámites en general (certificados, pases libres, pensión); ofrecer el seguimiento individual; fortalecer el lazo social entre el grupo de familias, como espacio de identificación, contención y solidaridad. Es un proyecto muy lindo e interesante, ya que cada chico tiene una necesidad diferente. Como coordinadora del proyecto me genera un orgullo enorme ver los avances que se van generando.
¿Qué es lo que más disfrutás de este trabajo?
Me encanta compartir y estar con la gente, conocerla y escucharla. Además, sentir sus logros es algo que me emociona muchísimo. Es super gratificante poder acompañarlos en cada paso.
¿Quiénes pueden ser voluntarios y de qué maneras se pueden acercar?
Somos una Fundación abierta, de los vecinos. Nos encanta recibir gente, colegios y que todos se puedan insertar en este tipo de proyectos. Tenemos un programa de voluntariados a través del cual invitamos a todos los que quieran a sumarse y a participar de las actividades en las distintas áreas.
¿Cuáles son los próximos proyectos de la Fundación? ¿Qué objetivos a largo plazo tienen?
Este año hicimos un estudio sociológico muy importante y exhaustivo para ver cómo se está viviendo nuestro trabajo en ambas comunidades. El proyecto partió de un análisis y una investigación en profundidad, con el objetivo de ver cuáles son las necesidades y preocupaciones actuales en cada una. Todo esto es fundamental para poder diseñar y encarar los proyectos futuros pero, por sobre todo, para seguir trabajando en red y construyendo alianzas que permitan seguir creciendo entre todos.